domingo, 13 de enero de 2013

EL PIEROLAPITHECUS.

El descubrimiento de un nuevo homínido fósil en una pequeña localidad de Barcelona en el año 2002, más concretamente en un vertedero, dio la vuelta al mundo. Impulsado por su publicación en la revista Science, Pierolapithecus, popularmente conocido como Pablo, ha protagonizando la investigación sobre el origen de la familia de los homínidos durante casi una década. Pero después de más de 20 publicaciones de alto nivel sobre este simio fósil, un nuevo artículo nos descubre todavía características de su anatomía, que confirman a Pierolapithecus como uno de los homínidos más primitivos que se conocen.

Miriam Pérez de los Ríos, miembro del Grupo de Investigación de paleoprimatología y Paleontología Humana, es la primera autora del artículo "The nasal and paranasal architecture of the Middle Miocene apela Pierolapithecus (primates: Hominidae): Phylogenetic Implications ', que se 'adentra en el interior de la cara de este homínido. La investigación, publicada recientemente en la revista Journal of Human Evolution, aplica la técnica de la tomografía computada-la misma que permite diagnosticar enfermedades y lesiones en humanos-para descubrir rincones escondidos en los restos fósiles de Pierolapithecus.
 
Pierolapithecus es un espécimen muy singular, lo único que conocemos de este género y especie de homínidos, que vivió hace unos 12 millones de años en la Cuenca del Vallès-Penedès. De su esqueleto se recuperaron más de 80 restos en los yacimientos del Vertedero de Can Mata (els Hostalets de Pierola, Barcelona), entre los que destaca el esplacnocráneo, la ya más que conocida cara de Pau. Cada uno de estos fósiles, y no digamos su cara, son piezas de un excepcional valor científico y patrimonial.

A través de la observación directa se ha podido explorar multitud de detalles, que fueron desgranando como era en Pablo: postura ortògrada, con el torso erecto y los omóplatos en la parte posterior de la espalda, un pulgar relativamente largo en relación con la longitud de la mano, como ocurre también en los humanos y que nos muestra que no podría colgarse de los árboles; visión estereoscópica, ya que la parte superior de la nariz está en el mismo plano que los ojos, y un largo etcétera. Pero aunque hemos aprendido mucho sobre él, existe todavía una discusión científica sobre la posición de Pierolapithecus en la filogenia de los homínidos: unos lo sitúan como uno de los homínidos más primitivos, y otros como uno de los primeros homininos.

Los homínidos incluyen todos los grandes simios, actuales (chimpancés, bonobos, orangutanes y gorilas) y extintos, mientras que los homininos son una subfamilia que incluye a los humanos, así como los integrantes de su línea evolutiva directa, gorilas, bonobos y chimpancés. Los orangutanes, miembros actuales del género Pongo, no son homininos. La discusión es, pues, sobre si Pierolapithecus es un hominis o un homínido basal.

El estudio de las estructuras neumáticas del cráneo de Pierolapithecus, las cavidades paranasales, así como otras estructuras del paladar y de la zona nasal, han aportado nuevos datos a esta discusión, que señala una vez más a Pablo como uno de los homínidos más antiguos, es decir, anterior a la diversificación de los primeros homininos.

Más concretamente, la observación de la estructura interna de la esplacnocráneo, gracias a la realización de una tomografía computarizada de alta definición, ha permitido observar que su seno maxilar presenta características intermedias entre los pongins estrictos (como Sivapithecus y los orangutanes actuales) y los kenyapitecins, primates hominoideos basales. También como los orangutanes, Pierolapithecus no tiene senos frontal, y sus canales lacrimales se desarrollan hacia delante como en los póngidos y no verticalmente como en los grandes simios africanos. Otras características como la base de la cavidad nasal-que incluye el paladar-apuntan a una semejanza más directa con los driopitecins, como Dryopithecus y Hispanopithecus, homínidos europeos extintos y similares a pongins. Sin embargo, estas últimas estructuras no están muy bien conservadas, y no es posible afirmar este resultado con la misma seguridad. Por otra parte, los turbinals, las láminas óseas que se desarrollan en la cavidad nasal para sustentar las partes blandas de la nariz, se desarrollan de una manera muy similar a Pongo.
 

Todos estos datos muestran que Pierolapithecus presentaba un mosaico de características propias de los homínidos primitivos, así como algunas derivadas de los pongins, que son inconsistentes con la hipótesis de que Pablo fuera uno de los primeros homininos. Queda por confirmar con datos craniodentals y postcraneales la conclusión de este artículo, que afirma que Pierolapithecus, y otros driopitecins, forma parte de un grupo hermano de los pongins actuales.
 
 


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